domingo, junio 04, 2006

OLAS DE ESPERANZA


Me desperté súbitamente y con el corazón agitado como la mar en luna llena. Mi rostro estaba empapado de un sudor ligero y frío. No era miedo lo que me envolvía… digamos que simplemente era un ataque de ansiedad. Me levanté y caminé algunos minutos intentando relajarme. Me senté en un cráter y me asomé a la Tierra.

Llegué a una playa virgen en algún punto de las costas de la península de Yucatán. De noche y a la luz de la luna llena la playa adquiere un increíble parecido a la superficie del satélite que ahora habito. El mar estaba en una constante danza con los rayos de Luna y los reflejos que se creaban en el agua por momentos cegaban mi visión.

De pronto comencé a escuchar pasos lentos, pensativos, acercándose de entre las sombras. Las olas rompían con fuerza y liberaban una brisa refrescante. Los pasos se escuchaban con mayor claridad indicando el acercamiento del personaje dueño de aquellas meditabundas pisadas.

Apareció un hombre vestido con pantalones de manta que dejaban al descubierto sus pantorrillas, una camisa de una tela blanca muy ligera, que se pegaba a su cuerpo con el viento y la brisa. Se acercó al agua y mojó sus pies y manos… llevando un poco de agua de mar a su rostro. Volvió a levantar un poco de agua y esta vez mojó su cabello. Se levantó y se quedó mirando al horizonte.

Pasaron algunos minutos o quizá un par de horas, no lo se. Pero él simplemente veía al horizonte… y yo simplemente observaba: al mar haciéndole compañía abrazando sus pies y sus ojos perdidos en una eterna búsqueda. Entonces el hombre levantó su mirada y la clavó en la Luna. Me sentí descubierto y me quedé inmóvil.

El hombre dio algunos pasos hacia atrás, hasta que el agua dejó de alcanzarlo y se sentó. Respiró profundamente, llenando su cuerpo de viento de mar y luna y fue entonces cuando sus ojos se llenaron de lágrimas.

La luna entonces se reflejó en el espejo de agua formado en sus ojos, brillando como dos estrellas que desaparecieron al momento en que el hombre cerró sus párpados dejando libres un par de lágrimas que recogió con el dorso de su mano, limpiando sus mejillas. Se formó una gran ola y cuando llegó a la arena el agua alcanzó su mano… como si el mar quisiera recoger esas lágrimas, para llevarse con ellas la tristeza de aquel hombre.

El hombre se puso de pie… y se acercó de nuevo al mar… con la cabeza agachada… el agua llegaba a sus piernas . Se detuvo. Levantando suavemente la cara dijo, con voz tan suave como el viento:

- ¿Dónde estás?

Y llenando sus pulmones de vida, se arrojó al mar quien le abrazó fraternalmente.

Algunos minutos o quizá un par de horas después, salió del mar. Pero esta vez su mirada iba llena de luz de luna, de agua de mar, de delfines y peces de colores, de algas bailando al ritmo de las olas, de arena suave, de viento cálido, de sirenas y de sueños submarinos. Caminó hacia las sombras nuevamente, pero ahora en su rostro se reflejaba intensamente la ilusión de que quizá mañana… mañana si… la encuentre.