jueves, junio 08, 2006

POR UNA MIRADA


Caminé hacia el cráter que me deja verte recostada en tu cama. Sentía el sueño apoderándose de mis ojos que luchaban por mantenerse despiertos. Te encontré con la mirada sumergida en las letras de un poema de Neruda. Tu respiración pausada, en paz, calmó al instante mi soledad ruidosa. Y es que con saber que existes, que estás ahí en mi planeta… con eso basta para vivir, en la Luna o donde sea.

Tú no sabes que te miro, cómo te miro. No sabes que te pienso, ni que te idealizo. No sabes que desde aquí tus labios se ven como el durazno, dulces, carnosos, tersos, jugosos. Que tus manos se vuelven palomas que vuelan por los aires para juguetear con los hilos de seda que enmarcan tu rostro. No sabes que mis palabras al describirte se convierten en polvo de estrellas. No sabes que cuando sonríes el sol puede ver un eclipse terrestre. Tú no sabes que en la Luna tienes a un hombre… que sueña con verte feliz.

Terminas de leer y durmiendo el libro te dispones a cerrar el día. Tus ojos buscan en la ventana a algo o a alguien. La Luna cautiva espera que, como hace algunas noches, la hagas brillar majestuosamente. Yo estoy ahí, como su cómplice, escondido en un cráter… con mis dedos cruzados y mis labios repitiendo “por favor, por favor, por favor”. Entonces decido hablarte… y a tu rostro llega un suspiro de Luna que suavemente deja en tu oído el siguiente mensaje:

“Déjame entrar en tu mirada… y voltea a ver a la Luna”

Y mis labios y mis dedos y mis ojos y mi Luna suspiran y vuelven a esperar, con una dulce plegaria, la compasión de tu mirada: “por favor, por favor, por favor”.