lunes, julio 24, 2006

LA OTRA LUNA

Por las noches, antes de dormir, muchos hombres y mujeres piden un deseo a la Luna. Piden encontrar a “esa persona”. Y sus ojos se llenan de esperanza, sus pulmones se llenan de suspiros y sus corazones laten como si telegrafiaran el mensaje hacia la Luna.

Desde aquí he podido ver como un hombre y una mujer que fueron hechos el uno para el otro, se han cruzado ya 3 veces por la banqueta. La primera vez ni siquiera se miraron… la segunda él la vio mientras ella venía platicando con una amiga… y la tercera ella lo vio mientras él compraba un periódico. Quizá la cuarta ocasión sea cuando sus miradas se crucen.

Pero esos tres días… ambos hicieron lo mismo. Antes de dormir, desde sus camas miraron la luna a través de sus ventanas. Y se formó el puente mágico de luz de Luna.

Conozco también a un hombre que vive profundamente enamorado de la mujer que habita el departamento frente al suyo. Ambos viven solos y cada día por la mañana comparten el elevador cuando salen rumbo al trabajo. Se saludan con una sonrisa y un simple “Buen día”… y hablan de cosas sin importancia hasta que llegan al estacionamiento, donde cada uno aborda su auto y parte hacia su propia rutina.

El problema con este hombre surge por las noches. He contado 15 veces en las que, ramo de flores en mano, sale de su departamento y llega hasta la puerta de su vecina. Y cuando está a punto de tocar… se congela. Duda… y regresa corriendo a su departamento. Se desespera, se enoja, se ríe… lo piensa de nuevo… se resigna… y luego se vuelve a emocionar. Siempre termina mirando a la Luna… pidiéndole inspiración.

Y últimamente también he visto a una mujer, de aproximadamente 26 años… que cada noche pone el mismo cd con música de piano y sale al balcón de su recamara… con una rosa en la mano. Sonríe. Se asoma hacia abajo para ver salir del edificio donde vive a un hombre de 27 años, quien sube a su auto. El hombre nunca se ha dado cuenta que la mujer lo observa cuando se va. La mujer entonces, con la ternura de un suspiro, arranca un pétalo de la rosa y soplándole un beso deja libre al pequeño pétalo para que viaje por la noche.

Y es que la Luna es nuestro refugio en la soledad, la fuerza de los enamorados, la luz de los sueños.

Pero mientras pensaba esto… segundos antes de caer dormido… en mi mente surgió una duda: ¿Quién sirve de refugio, de fuerza, de inspiración, de esperanza y de acompañante a la Luna?... ¿quién la llena de luz para que ella pueda darle brillo a nuestros sueños? ¿de dónde saca la alegría que le brinda su belleza? ¿Con quién llora en las noches de oscuridad? ¿a quién le cuenta sus propios sueños?...

Giré mi cuerpo, preparándome para dormir… y mientras a mi mente llegaba, como cada noche, el recuerdo de tu sonrisa, descubrí la respuesta.

Más allá del lado oscuro de la Luna, de aquello que desde la Tierra no se ha podido ver… existe otra Luna. Y así, la Luna cada noche le platica sus sueños, sus historias y antes de que amanezca en la Tierra… la otra luna se despide de la Luna. Como yo lo hago de ti: con un rayo para velar tus sueños.