sábado, julio 08, 2006

LUNA SEDIENTA


Una noche muy oscura, al tiempo que todos en la Tierra dormían, la Luna bajó a beber un poco de agua. Mientras tanto, un niño se había despertado y de pie sobre su cama se asomaba a la ventana. La Luna se refrescaba sin darse cuenta de aquel inocente espía. Al terminar la Luna regresó, callada y sin prisa, al lugar desde el cual ilumina los párpados de seda de las princesas y las manos sin sueño aferradas a los barrotes de los encarcelados. A la mañana siguiente el niño le contó a su madre lo que había visto la noche anterior. Ella, con maternal comprensión y una tierna incredulidad le dijo “Seguramente lo soñaste”. Y entonces el niño supo que los sueños se vuelven realidad.