lunes, julio 24, 2006

NUBE MENSAJERA


Estaba de pie, mirando un meteorito perdido en busca de sus amigos, cuando junto a mi pasó una pequeña nube que se había salido de la atmósfera terrestre. Al sentirla rozar mi mano, la miré y sonreí. La tome en mis manos con cuidado… procurando no lastimarla. Me pidió ayuda para regresar a su planeta y entonces le dije que yo la ayudaría si ella se convertía en mi cómplice. Aceptó gustosa el trato, sobre todo cuando le explique en qué consistía mi propuesta.

Soplando suavemente, comencé a darle una forma distinta… hasta que la convertí en una pequeña y hermosa paloma. La nubecita estaba feliz con su nuevo aspecto y revoloteaba alegremente en torno a mi rostro. Junté mis manos, como si fuera a decir un secreto… y lo dije.

Coloqué mi secreto, convertido ahora en una pequeña luz de color turquesa, entre las alas de mi nueva amiga nube, a quien después de darle unas últimas instrucciones, con mucho cuidado ayudé a encausar su vuelo directamente hasta tu ventana. Y con mi aliento impulsado por un suspiro… la palomita inició su vuelo.

La nubecita volaba como una niña traviesa que corre emocionada a contarle a su madre una nueva aventura.

Tú te encontrabas en casa… y no te diste cuenta de la llegada de mi mensajera. Pero ella hábilmente entró por tu ventana… y con cuidado de no golpear nada o despertar al oso de peluche que cuida tu cama cuando no estás, se postró en tu almohada, la cual levantó con sutiles movimientos. Entonces la luz bajó de la nube… y se escondió bajo tu almohada para esperar el momento adecuado.

La nubecita convertida en paloma emprendió nuevamente su vuelo en dirección a su hogar. Que es el mismo donde habitan los sueños. Donde habitan los anhelos de los que buscan la felicidad en los ojos de su amada. El mismo sitio donde Dios te mira vivir en la Tierra y me mira suspirar en la Luna.

Esta noche, cuando tus ojos se cierren y comiences a dormir… la luz turquesa se posará en tus labios… buscando entrar a tu corazón.