jueves, agosto 10, 2006

PRIMERA VEZ


Mi mente rondaba por las praderas de la imaginación, buscando pistas sobre el misterio que envuelve la leyenda de la niña con ojos de estrellas, cuando el planeta Tierra se sacudió. No parecía ser un terremoto o un pequeño sismo, era una sacudida de energía… el planeta se rodeó de ondas como las que se ven cuando el asfalto arde al medio día.

Me acerqué al cráter que apuntaba hacia el núcleo de aquella energía. Nuevamente, jugando al espía, descubrí uno de los momentos más intensos de la vida, más valiosos de la humanidad.

Ella sonreía mientras él le contaba una anécdota de su infancia. Tomados de la mano se acercaban a la puerta de la casa, compartían recuerdos y suspiros.

Su relación ya contaba varias noches, quizá un par de meses. Tiempo en el que se habían conocido, con el dulce sabor del poco a poco, en aspectos diferentes de sus personalidades. Cada sol y cada Luna los acercaban más. Los unían más.

Al llegar a la puerta, como tantas veces antes de esta noche, ella lo invitó a pasar y él se negaba argumentando que ya no era una hora prudente y no quería incomodar a sus padres. Ella con una tibia sonrisa le dijo “Está bien”. Él la abrazó.

La vida y la Tierra se mantienen en movimiento gracias a la fuerza del amor. Y cuando digo esto, lo digo en toda la extensión de la palabra: del amor de padres a hijos, del amor de un niño a su perro, del amor de un nieto a su abuelo, del amor de un amigo a otro. Del amor del herrero al yunque, del panadero al horno. Del amor a Dios. Del amor a uno mismo.

Se separaron del abrazo y en un movimiento rápido juntaron sus labios en un beso. Él se despidió, ella hizo lo mismo. Y entonces sucedió:

“Te amo” dijo él casi como un suspiro que no pudo contener. Sus ojos se abrieron y su rostro entero se vistió del color del amor. Ella abrió aun más sus ojos y convirtiendo su suspiro en letras contestó: “Yo también… te amo”.

Era la primera vez que de sus bocas salían esas palabras. Entonces sí, se fundieron en un beso… de esos que no se olvidan.