lunes, julio 31, 2006

DE LIBROS

(Anécdota real)
Lunes 31 de julio, 2006.

Hoy fue una de esas tardes en que la Luna aparece antes de que el sol se oculte por completo. Me sorprendió la decisión con la que se coló a la tarde, minutos antes de que apareciera la noche, como si estuviera empeñada en mostrarme algo de vital importancia. Una vez instalados en una tarde fresca, la Luna me mostró la siguiente escena.

Un joven, aproximadamente de mi edad (24 años, para quienes ven importante el número), conducía su auto por una avenida de la Ciudad de México. De pronto su mirada vio que en la banqueta del otro lado de dicha avenida se encontraba una librería. Algo había, además de libros, en aquel lugar, que hizo al joven orillarse y estacionar su auto para ir directamente hacia allá.

Vendían libros “antiguos y contemporáneos” de segunda mano. Pero lo que había llamado la atención del joven era la cantidad de libros acomodados en las paredes… el color del papel muchas veces leído, desgastado por las pupilas de quien alguna vez fue su dueño. El aroma tan peculiar y la combinación de temas y autores tan variados, unos tan vivos y otros más… muertos, en espera de que alguien los reviva.

Pero entonces noté algo: entró sin decir nada. Ni un “Hola” o un “Buenas tardes”. Nada. Sin preocuparse por si había alguien más en el local, el joven se dedicó a hurgar con la mirada en los rincones de las repisas.

La risa de una niña (7 años aproximados) le hizo percatarse de la presencia de otras personas. El joven no cambió su actividad, pero en sus ojos vi que se sintió apenado por el olvido de saludar al dependiente o vamos, por lo menos haber reparado sobre la presencia de alguien más.

“¿Por qué entra tanta gente a la librería?” inquirió la pequeña y una voz masculina, suave, pacífica, alegre, le dijo “Por que hay gente a la que le gustan los libros y viene a buscar algo para leer… y también por que hay gente que necesita saber algo”. El joven se detuvo al escuchar esas palabras... nunca había pensado el por qué alguien entraría a una librería… es mas… hasta ese momento no se había preocupado por el motivo que lo había hecho estar ahí. En ese momento su mirada se fijó en un libro. Lo tomó, revisó la portada, la contra portada, leyó la primera página:

“El amor es una bandera de triunfo,
humildes somos un hilo de su tela,
confiados somos sus tejedores”

Revisó el precio y pensó que sería una buena compra. Sin mayor preocupación intentó regresar el libro a su sitio original. Pero esa labor tan simple se complicó de más. Al intentar introducir aquel libro de color blanco en el espacio correspondiente, se doblaba, se caían los demás libros impidiéndole entrar, se abría como si con pies y manos el propio libro se resistiera a regresar. El joven intentó colocar el libro en su lugar de cuatro maneras distintas… y no podía. Le sorprendió que no pudiera hacerlo. Entonces sonrió y hablándole al pequeño libro le dijo “Así que no piensas regresar ¿eh?... está bien, te llevaré… pero déjame seguir conociendo la tienda”. Y guardó el libro en su lugar.

“¿Buscas algo en especial?” preguntó una voz ronca, de edad avanzada, un señor en cuya voz se encontraban todas las respuestas a la vida… por que sabría perfectamente qué libro recomendar ante cualquier duda que se le planteara. “No, no gracias, únicamente estoy conociendo el lugar” dijo el joven un poco apenado al ver al señor, con un niño en sus piernas (5 o 6 años, hermano de la niña), la niña que preguntó los motivos de los visitantes y el papá de los niños que había dado la mágica respuesta. “Por que allá al fondo tengo un anexo donde podrías encontrar más… por si gustas pasar a conocerlo” dijo el hombre señalando hacia el fondo del local, donde tras cruzar un pasillo, se encontraba un lugar aún más lleno de letras, de historias, de vidas… de libros.

El muchacho recorrió el lugar sin calma pero sin prisa registrando temas, autores, propuestas y paisajes. Pero en su mente rondaba aquel libro blanco que se había resistido a regresar a la pared. Salió del anexo y fue directamente hacia el sitio donde se encontraba aquel ejemplar. Lo tomó en sus manos y fue a pagarlo.

“¿Qué precio tiene?” dijo el señor “30 pesos” contestó el hombre “Dáselo en 25… para que no se espante el joven… y regrese pronto” respondió el señor con una amplia sonrisa a la que el joven respondió sin pena y mucho agradecimiento. Mientras pagaba y recibía a su nuevo acompañante el joven dijo “Tiene usted un lugar increíble” y pude ver como los ojos de los dos niños se iluminaban tanto como sus sonrisas. “Cuando necesites algo, llámame… y si no tenemos el libro aquí, te lo consigo…” todos rieron amablemente “Y si no… lo escribimos” concluyó el joven.

Y esta vez no olvidó despedirse. “Que tengan una linda tarde” expresó el joven al tiempo que extendía la mano a cada uno de los presentes y con una gran sonrisa todos estrecharon sus manos. Y es que los libros, sin que siquiera los hayamos leído todavía… nos educan… pero mejor aún, nos recuerdan que somos seres humanos y que aunque coexistimos… es mejor convivir.

El joven salió de la librería con una sonrisa y con el firme propósito de regresar, pues hubo dos o tres libros que lo tentaron a tomarlos en sus manos, pero no lo hizo para evitar un episodio como el del libro blanco. ¿Será acaso que los libros nos eligen? ¿nos llaman? ¿nos buscan? Después de todo, ellos no cambian su esencia cuando son leídos… y nosotros nos transformamos cuando un texto nos convierte en lectores.

Entonces el muchacho recordó la pregunta de la niña “¿Por qué entra tanta gente a la librería?” y revivió la respuesta de su padre… “Por que hay gente a la que le gustan los libros y viene a buscar algo para leer… y también por que hay gente que necesita saber algo”. Se detuvo y sacó el libro para ver nuevamente su portada y descubrir que él, esa tarde, pertenecía al segundo grupo de visitantes. El título del libro era: “Respuestas sobre el amor”.

domingo, julio 30, 2006

SONRÍE


Estaba caminando por una de las praderas más hermosas de la Luna, cuando tropecé con un cráter. Casi me caigo. Nadie me vio, pero la sensación que invadió mi cuerpo me hizo sonrojarme y comenzar a reírme. “Debí verme muy tonto tropezándome con el único cráter en 5 kilómetros a la redonda”, pensé.

Y entonces miré al planeta azul. Vi una enorme sonrisa reflejada en un espejo de agua… y descubrí que la Luna me había visto.

Qué importante es poderse reir de uno mismo. Somos tan imperfectos, tan ridículamente limitados… que mientras más nos esforzamos en vivir con seriedad, con “pulcritud” en nuestros actos y preocupándonos por el “qué dirán”, más falsos, fríos, acartonados e inhumanos nos volvemos.
Desde la Luna la risa se ve diferente: se convierte en energía, en luz, en una fuerza que une, que acerca, que se contagia. La risa espontánea libera al cuerpo, estimula a la mente y oxigena nuestros sentidos.

Una sonrisa puede ser la llave del corazón de una dama, que con otra sonrisa te abre las puertas de su alma. Pero una sonrisa también salva al hombre que al querer decirle palabras de amor a una bella dama… tartamudea y se ruboriza. O a aquel hombre que involuntariamente hace el ridículo con tal de ganarse una sonrisa de su musa. Ese es el poder de una sonrisa: dar luz a la vida diaria.

Qué triste que en la actualidad una persona que va sonriente por las calles sea visto como alguien “raro”. Una persona que ríe sin preocupaciones sea tachado de “ridículo”. ¿En qué momento el ser humano llenó su existencia de una aburrida y protocolaria seriedad?... ¿en qué momento comenzó a tomarse tan en serio… que no se permite reírse de si mismo?

Alguna vez me pregunté si Dios tendría sentido del humor… y la más clara respuesta está en los momentos en que, como cuando estuve a punto de tropezarme torpemente con un minúsculo cráter… la Luna también sonríe.

sábado, julio 29, 2006

TE EXTRAÑO


Te extraño…
cuando llega la Luna o cuando aparece el sol
cuando veo a una niña sonreír o a una rosa llorar
cuando escucho el canto de un ave…
o a las gotas de lluvia muriendo al caer

Te extraño…
Cuando en los relámpagos intermitentes de una noche de fiesta
encuentro tus ojos perdidos en el rostro de una desconocida.
Cuando en la letra de alguna canción llega tu recuerdo…
Y cuando cada latido de mi cuerpo al bailar es un código Morse diciendo:
te extraño.

Te extraño…
No se por qué y no quiero saberlo…
Pero desde que te vi por primera vez… te veo en todos lados
Como la silueta del sol tatuada en las pupilas después de verlo

Te extraño…
Por que mi vida sin conocerte corría sin mayor problema
Por que mis días y mis noches estaban resueltos
Por que mi respiración era automática y mi trabajo era sencillo.
Por que el viento, el mar, las hojas secas y hasta las piedras… solo eran eso.

Te extraño…
Por que todo el tiempo antes de ti
No fue vida… fue existencia.

¿Y qué más quieres que te diga?
Te extraño.

martes, julio 25, 2006

DESCUBRIMIENTO Y CONFESIÓN


Buscando en mi pasado intenté encontrar los motivos de mi inspiración. Quería encontrar lo que en algún momento de mi vida me había hecho reír, llorar, gritar, soñar… lo que fuera… pero que me hubiera hecho sentir vivo.

Encontré recuerdos de una infancia plena y feliz. Juegos de niños imaginando ser grandes. Un perro y una tarde en la que me enfermé y mis abuelitos vinieron a visitarme, preocupados, con una caja de chocolates entre las manos.

También encontré recuerdos de amigos… viejos y nuevos… que se han ido o han regresado…

Toda mi familia apareció en mi búsqueda… y al verlos descubrí el reflejo de mi identidad, mi orgullo, mi fortaleza… mi carácter… mis sueños.

Y finalmente en esta búsqueda apareciste tú… descubrí entonces y ahora lo confieso que nada ni nadie había logrado provocar lo que con tu risa y tu mirada… con tu calma y tu alegría… con tu presencia y hasta con tu ausencia… provocas en mi alma desde el día en que, por azar o por destino, tu vida y mi vida se toparon en el camino.

SIN PRISA


En la Luna el tiempo no existe. Existen vidas que inician y que acaban. Existen flores que brillan y se marchitan. Existen amores que arden y se extinguen. Y esta noche un hombre, en plena desesperación… de amor… se puso de rodillas ante la mujer que le roba suspiros y le niega sus besos. Fue entonces cuando con una sonrisa digna de la peor de las locuras le dijo:
No hay prisa…
Créeme que no tengo prisa…

Déjame descubrir cada día un nuevo secreto…
un nuevo color en tu sonrisa
un nueva forma de mirar…

Atrévete a mostrarme tus sueños…
tus anhelos…
tus historias…
y tus retos…

Ábreme la puerta de tu alma…
y deja que tu luz ilumine mi noche…
Que yo a cambio te doy mi vida entera
Te doy mi risa, mi llanto, mi alma serena

Te juro mujer que no tengo prisa
y puedes tomar todo el tiempo que necesites
yo estoy aquí, para ti, para tu vida
y dispuesto mi mundo para que lo conquistes

Y no es que no tenga urgencia de amarte
O que no muera por tenerte en mis brazos
Pero no hay modo mejor de adorarte
Que olvidarme del tiempo y de sus plazos

Podrán pasar muchas lunas
Pero créeme amor:
No hay prisa

Y es que…
¿Qué puede ser un año sin ti
a cambio de una vida contigo?


Y al escuchar esto, por un segundo… uno solo… en los ojos de la mujer brilló la luz de aquella locura semejante a la de la sonrisa del hombre.

Bien dicen que no hay peor locura…

...que el amor.

lunes, julio 24, 2006

NUBE MENSAJERA


Estaba de pie, mirando un meteorito perdido en busca de sus amigos, cuando junto a mi pasó una pequeña nube que se había salido de la atmósfera terrestre. Al sentirla rozar mi mano, la miré y sonreí. La tome en mis manos con cuidado… procurando no lastimarla. Me pidió ayuda para regresar a su planeta y entonces le dije que yo la ayudaría si ella se convertía en mi cómplice. Aceptó gustosa el trato, sobre todo cuando le explique en qué consistía mi propuesta.

Soplando suavemente, comencé a darle una forma distinta… hasta que la convertí en una pequeña y hermosa paloma. La nubecita estaba feliz con su nuevo aspecto y revoloteaba alegremente en torno a mi rostro. Junté mis manos, como si fuera a decir un secreto… y lo dije.

Coloqué mi secreto, convertido ahora en una pequeña luz de color turquesa, entre las alas de mi nueva amiga nube, a quien después de darle unas últimas instrucciones, con mucho cuidado ayudé a encausar su vuelo directamente hasta tu ventana. Y con mi aliento impulsado por un suspiro… la palomita inició su vuelo.

La nubecita volaba como una niña traviesa que corre emocionada a contarle a su madre una nueva aventura.

Tú te encontrabas en casa… y no te diste cuenta de la llegada de mi mensajera. Pero ella hábilmente entró por tu ventana… y con cuidado de no golpear nada o despertar al oso de peluche que cuida tu cama cuando no estás, se postró en tu almohada, la cual levantó con sutiles movimientos. Entonces la luz bajó de la nube… y se escondió bajo tu almohada para esperar el momento adecuado.

La nubecita convertida en paloma emprendió nuevamente su vuelo en dirección a su hogar. Que es el mismo donde habitan los sueños. Donde habitan los anhelos de los que buscan la felicidad en los ojos de su amada. El mismo sitio donde Dios te mira vivir en la Tierra y me mira suspirar en la Luna.

Esta noche, cuando tus ojos se cierren y comiences a dormir… la luz turquesa se posará en tus labios… buscando entrar a tu corazón.

LA OTRA LUNA

Por las noches, antes de dormir, muchos hombres y mujeres piden un deseo a la Luna. Piden encontrar a “esa persona”. Y sus ojos se llenan de esperanza, sus pulmones se llenan de suspiros y sus corazones laten como si telegrafiaran el mensaje hacia la Luna.

Desde aquí he podido ver como un hombre y una mujer que fueron hechos el uno para el otro, se han cruzado ya 3 veces por la banqueta. La primera vez ni siquiera se miraron… la segunda él la vio mientras ella venía platicando con una amiga… y la tercera ella lo vio mientras él compraba un periódico. Quizá la cuarta ocasión sea cuando sus miradas se crucen.

Pero esos tres días… ambos hicieron lo mismo. Antes de dormir, desde sus camas miraron la luna a través de sus ventanas. Y se formó el puente mágico de luz de Luna.

Conozco también a un hombre que vive profundamente enamorado de la mujer que habita el departamento frente al suyo. Ambos viven solos y cada día por la mañana comparten el elevador cuando salen rumbo al trabajo. Se saludan con una sonrisa y un simple “Buen día”… y hablan de cosas sin importancia hasta que llegan al estacionamiento, donde cada uno aborda su auto y parte hacia su propia rutina.

El problema con este hombre surge por las noches. He contado 15 veces en las que, ramo de flores en mano, sale de su departamento y llega hasta la puerta de su vecina. Y cuando está a punto de tocar… se congela. Duda… y regresa corriendo a su departamento. Se desespera, se enoja, se ríe… lo piensa de nuevo… se resigna… y luego se vuelve a emocionar. Siempre termina mirando a la Luna… pidiéndole inspiración.

Y últimamente también he visto a una mujer, de aproximadamente 26 años… que cada noche pone el mismo cd con música de piano y sale al balcón de su recamara… con una rosa en la mano. Sonríe. Se asoma hacia abajo para ver salir del edificio donde vive a un hombre de 27 años, quien sube a su auto. El hombre nunca se ha dado cuenta que la mujer lo observa cuando se va. La mujer entonces, con la ternura de un suspiro, arranca un pétalo de la rosa y soplándole un beso deja libre al pequeño pétalo para que viaje por la noche.

Y es que la Luna es nuestro refugio en la soledad, la fuerza de los enamorados, la luz de los sueños.

Pero mientras pensaba esto… segundos antes de caer dormido… en mi mente surgió una duda: ¿Quién sirve de refugio, de fuerza, de inspiración, de esperanza y de acompañante a la Luna?... ¿quién la llena de luz para que ella pueda darle brillo a nuestros sueños? ¿de dónde saca la alegría que le brinda su belleza? ¿Con quién llora en las noches de oscuridad? ¿a quién le cuenta sus propios sueños?...

Giré mi cuerpo, preparándome para dormir… y mientras a mi mente llegaba, como cada noche, el recuerdo de tu sonrisa, descubrí la respuesta.

Más allá del lado oscuro de la Luna, de aquello que desde la Tierra no se ha podido ver… existe otra Luna. Y así, la Luna cada noche le platica sus sueños, sus historias y antes de que amanezca en la Tierra… la otra luna se despide de la Luna. Como yo lo hago de ti: con un rayo para velar tus sueños.

PENSAR EN TI

No hay nada como pensar en ti.
Caminar con tu sonrisa en mi mente.
Escribir con tu voz en mis oídos.
Cerrar los ojos y ver los tuyos.
No hay nada como pensar en ti.

lunes, julio 17, 2006

PLÁTICAS CON LAS ESTRELLAS


Hoy platiqué con una estrella. Me dijo que te vio sonreír y se sintió opacada. “Y eso que no has visto sus ojos” contesté. La estrella volteó para asomarse a tu ventana… y sin decir nada escapó hacia el infinito a toda velocidad, convirtiendose en una estrella fugaz hasta que desapareció.

Me asomé entonces y vi que estabas mirando al cielo… en tus ojos vi el reflejo de mi amiga en fuga. Como no sabias el motivo de su huida, te pareció un lindo espectáculo… y sonreíste de nuevo.

Aun no terminaba mi suspiro cuando una radiante y hermosa estrella llegó junto a mi y me dijo que te había visto sonreír. Y no pude decir nada.

SECRETO


Intentando encontrar un suspiro que extravié hace unos días, me encontré con una pequeña grieta en la superficie lunar. Me acerqué a ella… y escuché esto:

"Quiero convertirme en un secreto, ser sólo tuyo y de nadie mas... que sólo tu mente me conozca, sólo tu corazón me abrace, sólo tus labios me nombren cuando nadie más escucha... quiero ser un secreto resguardado en tus entrañas... que yo sepa que me quieres aunque sepas que te amo... y que nadie en el planeta conozca de lo que tus ojos ven en mis ojos... cuando hacemos el amor..."

Y aunque no vi la cara de la persona que pronunciaba esas palabras… tomé un poco de polvo de Luna y lo deje caer por la pequeña grieta, para cerrarla. Para que nadie sepa ese secreto.

RECORDATORIO


Nota desde la Luna
Para la vida en la Tierra:

Comienza a medir las distancias en canciones
el amor en suspiros, la felicidad en amigos
y trata de medir tus sueños en realidades

Te olvidarás del tiempo,
del dinero,
de las distancias
y tus miedos…
y empezarás a vivir.

(Gracias T: por la amistad sin tiempo ni distancia)

LA LUNA Y SU VESTIDO DE ESTRELLAS

Siempre me ha gustado el carácter festivo de la noche. Su alegría, su ritmo y su cadencia. Cuando por las noches hombres y mujeres se preparan, con un ritual siempre diferente y tan personal, para salir a divertirse… pareciera que la Luna hace lo mismo.

Al bailar, el hombre y la mujer se comunican. Sus cuerpos, llevados por el ritmo, se rozan, se juntan, se sienten, se viven. Y entonces volvemos a ser humanos: a cohabitar… a coexistir. No importa de donde vienes o a donde vas: importa que estas aquí y ahora. Cuando la mano del hombre toma la de la mujer para dirigirse juntos a la pista, con cada paso se acrecienta la excitación del futuro incierto de sus cuerpos y sus mentes… pues por unos minutos estarán en un trance al que ambos han aceptado entregarse sin temores ni falsos pudores.

La música es energía que se convierte en movimiento. El ritmo posee nuestros cuerpos, que sudan, que ríen, que vibran. No hay duda: bailar es desafiar a las leyes de la Tierra.

Cada noche hombres y mujeres de todas las edades dan vida a pequeños instantes de intimidad y complicidad. Y es así como el planeta azul se mantiene vivo: palpitando… gracias a las almas que se atreven a bailar.

Hace muchos años…. La Luna sintió envidia de la Tierra por no poder vivir lo que ella cuando una pareja bailaba con una fiebre que no podía comprender. Pero una noche decidió que, sin que la humanidad lo supiera, ella sería parte de cada celebración en la que hombres y mujeres aceptaran romper sus barreras, sus miedos, sus mascaras…. Y bailaran.

Entonces llamó a todas las estrellas de la galaxia. Y se juntaron todas. Las más antiguas y las más jóvenes: las que iluminaron las danzas prehispánicas y las que iluminarían la noche de mañana. Una vez reunidas todas ante ella, la Luna les pidió un favor: “abrácenme fuerte… y no se suelten”. Y de pronto en la inmensidad del universo, brilló como nunca la Luna en un vestido de estrellas.

Y desde entonces la Tierra y la Luna se encuentran cada noche... para ver a la humanidad bailar.


martes, julio 11, 2006

INSPIRACIÓN


Caminaba despacio, a la velocidad de mis recuerdos de ti, cuando un pequeño cráter me invitó a mirar en su interior. Me acerqué y tomándolo entre mis manos me asomé en él para tener alguna visión terrestre.

Descubrí a un hombre enamorado. De la vida. Del amor. De la mujer. Pero estaba solo.

Y en su soledad respiraba profundamente, sonreía y escribía versos en pequeñas hojas de papel que después lanzaba a un humilde riachuelo.

Entrecerrando mis ojos para visualizar lo que escribía, pude leer lo siguiente:

“La inspiración se esconde en un rayo de luna… pero dime ahora, Luna mía, ¿dónde estás?”

En cada papelito escribía lo mismo. Utilizando el sonido del viento a la media noche le pregunté por qué tiraba el mismo mensaje cientos de veces al pequeño riachuelo. El hombre levantó la mirada al cielo… y hablándole a la Luna dijo:

“Por que aunque es un pequeño riachuelo… en algún punto se junta con el mar… y el mar es tan noble y bondadoso que llevará el mensaje hasta donde ella se encuentre… por que yo se que tu brillo, tu resplandor, tu luz, tu belleza… es simplemente el reflejo de su mirada, su sonrisa, su alma y su piel”

Sentí a la Luna estremecerse… mientras el hombre tomaba otra hojita de papel… y mis labios repitieron como un eco sideral:

“dime ahora, Luna mía, ¿dónde estás?”

sábado, julio 08, 2006

LUNA SEDIENTA


Una noche muy oscura, al tiempo que todos en la Tierra dormían, la Luna bajó a beber un poco de agua. Mientras tanto, un niño se había despertado y de pie sobre su cama se asomaba a la ventana. La Luna se refrescaba sin darse cuenta de aquel inocente espía. Al terminar la Luna regresó, callada y sin prisa, al lugar desde el cual ilumina los párpados de seda de las princesas y las manos sin sueño aferradas a los barrotes de los encarcelados. A la mañana siguiente el niño le contó a su madre lo que había visto la noche anterior. Ella, con maternal comprensión y una tierna incredulidad le dijo “Seguramente lo soñaste”. Y entonces el niño supo que los sueños se vuelven realidad.

UN SUEÑO


Después de una intensa jornada de caminatas y visiones terrestres, llegó la hora de dormir. Regresé al lugar dónde he instalado mi cama: un gran cráter lleno de algunas nubes que viajaban perdidas por el espacio. Elegí un cráter amplio y no muy profundo ubicado en una zona donde la temperatura es por demás agradable, cálida, pues encontré que el calor de un volcán del planeta azul llegaba hasta aquí. Así, en un colchón de nubes, por momentos me voy de la Luna… y en los brazos de Morfeo llego hasta tus labios: y eso es un sueño.

martes, julio 04, 2006

LUZ DE VELA


Esta noche me hiciste falta. En mi cama mis manos te buscan y solo encuentran el vacío que nada ni nadie ha podido llenar. La habitación, iluminada únicamente por un par de velas, se recubre de tu recuerdo. Y afuera de ella el cielo llora… por que no te tengo aquí.

Me gusta escuchar a la lluvia. Me dice secretos y me ayuda a pensar… en ti.

El agua de lluvia llega a la tierra para limpiarla de sus penas y sus culpas, como el llanto purifica al alma.

Y así, mientras afuera la tierra se revuelve y se renueva… en mi cama mi ilusión te trae hasta mi… y en mi mente te tomo en mis brazos, como aquella vez cuando antes de cruzar la puerta de tu casa un abrazo dijo todo, sin que dijéramos nada.

Mis ojos comienzan a cerrarse. Pareciera como si mi cuerpo se empeñara en dormir. Y aunque yo intento mantenerme despierto, la Luna me dice “No seas tonto… duerme… y ella llegará a tus sueños”.

Quizá tú ya estés dormida… pero esta noche la Luna, la lluvia y yo hemos hecho un trato. La lluvia creará una cascada que arrulle tu sueño… yo te miraré con los ojos cerrados desde mi cama… y esta noche la Luna transformará el color de sus rayos… para convertirlos en luz de vela.

lunes, julio 03, 2006

QUIERO



Quiero ver brillar tus ojos cuando te digo que te quiero
quiero iluminar los míos cuando sonríes
quiero con un beso darte ideas para soñar
quiero, en pocas palabras, solo una oportunidad

Quiero que la Luna inspire nuestras caricias

quiero que refleje la belleza de tu ser
quiero que las nubes abran paso a las estrellas
y quiero que las nubes lloren cuando no te pueda ver

Quiero enamorarte poco a poco y sin prisas
quiero regalarte un collar de gotas de mar
quiero darle al mundo el sonido de tu risa
quiero ser el hombro en el que puedas llorar

Quiero en un abrazo convertirme en tu guarida
quiero ser la sombra que te sigue al caminar
quiero contemplar la luz de tu cara dormida
quiero recorrerte, sin tocarte, sin hablar.

Quiero que me creas, quiero creerte
quiero soñarte, respirarte…
quiero amarte.